Para continuar el concepto de monumentalidad en el que trabaja el artista, la obra resultante se extiende por toda la pared, incluso interviniendo en el suelo, rompiendo límites y creando un resultado que desborda la propia obra.

En esta obra, López Cuenca crea su obra a partir de una estructura muy similar a la de un plano callejero. En el centro del cuadro se aprecia la figura de un perfil humano de trazos geométricamente que recuerda los del mapa que la rodea por su estética.

Siguiendo la estructura compositiva propuesta por el autor, la acción performativa continúa con la idea del mapa. Por medio de la serigrafía se creó un vinilo que representaba la ciudad de Granada que se colocó en un panel frente a la obra.

Para interpretar y dar continuidad a la obra de López Cuenca, cada participante, debía coger una pegatina negra de las que formaba las manzanas de la ciudad de Granada para colocarla en el panel donde estaba la obra del autor, creando así, alrededor de esta, una ciudad imaginaria a partir de los edificios de Granada.

La intervención artística se extendió por toda la pared, e incluso el suelo, rompiendo los límites de la propuesta y creando una imagen que desborda la propia obra.

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