Antonio Tàpies posee una forma peculiar de entender y utilizar la huella, el cuerpo, los materiales, el grafismo. Con estos conceptos artísticos se acerca a la idea de memoria, de repetición y serie. En esta obra, se observa huellas de pies y distintos símbolos como cruces, corazones o números, sobre un fondo rojo.

La intervención propuesta planteó a los visitantes utilizar una masilla de modelar tipo plastilina del mismo color que la que utiliza el artista, sobre una mesa de luz. Cada participante debía manipular y deja su huella marcada en esta mesa. Los visitantes pudieron así explorar visualmente el tacto de la huella: el color a contraluz, la profundidad y el relieve a través del material utilizado y de la luz. Aprovechando los restos de color en sus manos, volvieron a crear otras huellas en la pared, dibujando y jugando con diferentes símbolos, interpretando los grafismos de la obra. La obra final es una superposición de las sucesivas intervenciones de los visitantes que expende la obra original de Tapies en la pared del museo.

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