«EL CUENTO DE UNAS CUANTAS SILLAS»:

TRABAJANDO CON NORMAN MCLAREN PARA APRENDER LA MAGIA DEL CINE

Entrada realizada por Rocío Lara Osuna

Imaginen que un día llegan a clase y comprueban con asombro que son capaces de hacer que la silla donde se sientan habitualmente cobre vida y se mueva sola.
Esta fue la propuesta que les hicimos a l@s alumn@s de 2º, 3er y 4º grado de la Escuela Santa Teresa. Con ella descubrimos que una silla escolar puede convertirse en un elemento perfecto para aprender la verdadera magia del cine.  Durante estos dos días, el alumnado asistente a las sesiones de cine pasaron de ser espectadores a creadores. En lugar del habitual largometraje, hubo un pase más reducido en el que se proyectó varios cortometrajes del artista canadiense Norman McLaren, un peculiar cineasta que indagó sobre las posibilidades de la animación en sus filmes a través del ilusionismo y mediante la intervención sobre el propio soporte cinematográfico. 

Para trabajar se tomó como referencia una de sus obras más conocidas, A Chairy Tale (La Historia de una Silla), una divertida pieza protagonizada un hombre que se lleva una gran sorpresa al comprobar que la silla donde trata de sentarse  tiene vida propia.  

Tras su visionado, para introducir la actividad preguntamos a los alumnos y alumnas cómo aquel objeto estático había adquirido movimiento. Era curioso porque la gran mayoría le daba solución al misterio con la utilización de imanes o cuerdas. 
Sin embargo, quedaban asombrados al mostrarles que una de las sillas en las que ellos estaban sentados había adquirido también vida propia sin cuerdas ni imanes (véase la animación de arriba). 
Esta pequeña animación nos sirvió para hacerles comprender que el truco se conseguía gracias a que el cine es una sucesión de muchas fotografías o fotogramas que pasan una tras otra a una velocidad tal que nuestro ojo no percibe una separación entre ellas, sino una continuidad entre ellas que produce la sensación de movimiento. De esta forma, se podía mover la silla poco a poco fotografiándola con una cámara fija justo en el momento en el que ya no se estaba cambiando de posición.

                                                                                                                                 
El siguiente paso fue pasar de la teoría a la práctica, del aprendizaje pasivo al aprendizaje activo mediante la creación de una obra colectiva ¡con grupos de 80 a 120 niñas/os! Lo que en un principio parecía un inconveniente, pronto se convirtió en una ventaja: teníamos a nuestra disposición entre 80 y 120 animadores/as.  De esta forma,  uno tras otro fueron pasando todos y todas moviendo un poquito cada una de las sillas que protagonizarían su animación. Los resultados obtenidos fueron los siguientes:

McLaren, N. (1957) Cita visual fragmento del cortometraje A Chairy Tale